Cuando tome la decisión de estudiar leyes, a finales de los años ochentas, siempre concebí esta aventura como una actividad similar de quien dirige una aeronave.
Desde niño, y aun ahora, soy un apasionado de volar. Los aviones lo fueron todo en mi adolescencia y en medio de la crisis aérea y el desempleo galopante de pilotos en México, decidí tripular otra nave: aquella que mediante la construcción de un sistema jurídico pueda generar y ofrecer justicia para todos.
Ser abogado y volar un avión tienen similitudes increíbles.
Primero hay que prepararse, estudiar mucho y entender todo. Es imposible tripular una nave y llevar un asunto legal sin estas premisas.
Después, hay que estar preparado para los imponderables y las sorpresas. En los aviones y en la vida Juridica, hay que ser creativo, conocedor, valiente y consiente, tanto, que bajo tu mando y tu capacidad esta depositada la confianza de la gente.
Hay viajes cortos y sin novedad, largos con turbulencia y otros que duran mucho tiempo y se requiere paciencia, inteligencia y decisión. Porque siempre hay tiempo de volar pero es necesario e indispensable aterrizar. Solo el que es capaz de bajar puede despegar de nuevo.
La abogacía es un viaje de sueños, de encuentro de realidades, en donde se requiere autocrítica y propuesta, sensibilidad y empatía, pero sobre todo pensar y actuar para volver a pensar.
Mi mas reciente viaje lo emprendí hace mas de tres años, cuando decidí tripular una nave llamada transparencia con rumbo a un mejor México,mas informado y más democrático.
Esta rama del derecho, nueva y vanguardista, obliga a poner en practica lo aprendido pero exige innovar y crear.
Tomar decisiones en el aire, hacer las escalas necesarias para redirigir la ruta y volver a volar.
Es que en la leyes encontré una nueva forma de volar y llegar.
Aprendí que ser abogado es nada mas y nada menos que ser constructor de condiciones para llevar justicia a nuestros semejantes.
Felicidades a todos, quienes han compartido 18 años de vuelo conmigo.
Desde niño, y aun ahora, soy un apasionado de volar. Los aviones lo fueron todo en mi adolescencia y en medio de la crisis aérea y el desempleo galopante de pilotos en México, decidí tripular otra nave: aquella que mediante la construcción de un sistema jurídico pueda generar y ofrecer justicia para todos.
Ser abogado y volar un avión tienen similitudes increíbles.
Primero hay que prepararse, estudiar mucho y entender todo. Es imposible tripular una nave y llevar un asunto legal sin estas premisas.
Después, hay que estar preparado para los imponderables y las sorpresas. En los aviones y en la vida Juridica, hay que ser creativo, conocedor, valiente y consiente, tanto, que bajo tu mando y tu capacidad esta depositada la confianza de la gente.
Hay viajes cortos y sin novedad, largos con turbulencia y otros que duran mucho tiempo y se requiere paciencia, inteligencia y decisión. Porque siempre hay tiempo de volar pero es necesario e indispensable aterrizar. Solo el que es capaz de bajar puede despegar de nuevo.
La abogacía es un viaje de sueños, de encuentro de realidades, en donde se requiere autocrítica y propuesta, sensibilidad y empatía, pero sobre todo pensar y actuar para volver a pensar.
Mi mas reciente viaje lo emprendí hace mas de tres años, cuando decidí tripular una nave llamada transparencia con rumbo a un mejor México,mas informado y más democrático.
Esta rama del derecho, nueva y vanguardista, obliga a poner en practica lo aprendido pero exige innovar y crear.
Tomar decisiones en el aire, hacer las escalas necesarias para redirigir la ruta y volver a volar.
Es que en la leyes encontré una nueva forma de volar y llegar.
Aprendí que ser abogado es nada mas y nada menos que ser constructor de condiciones para llevar justicia a nuestros semejantes.
Felicidades a todos, quienes han compartido 18 años de vuelo conmigo.
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